Obesidad y enfermedades cardiovasculares
La obesidad es un factor de riesgo cardiovascular independiente, aunque con frecuencia se asocia a otros como la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia, la hipertrigliceridemia y la diabetes mellitus tipo 2.
La obesidad puede dar origen a una aterosclerosis coronaria por mecanismos bien descritos tales como estados proinflamatorios, más la activación neurohormonal y altas concentraciones de leptina. Las complicaciones cardiovasculares más frecuentes en personas con obesidad son la enfermedad coronaria, la hipertrofia ventricular izquierda, la insuficiencia cardíaca, arritmias como la fibrilación auricular y otras arritmias ventriculares. Los pacientes con obesidad tienen el doble de riesgo de sufrir insuficiencia cardíaca que los pacientes con un índice de masa corporal normal. Además, la obesidad actualmente es considerada por la Organización Mundial de la Salud como una “pandemia de tipo no infeccioso”. La obesidad es una enfermedad crónica de origen multifactorial que se asocia con un mayor riesgo de desarrollar algunos tipos de cáncer y de generar una disminución de la calidad de vida.
Los pacientes obesos presentan alteraciones en la contractilidad cardíaca, disfunción sistólica y diastólica, aumento de estados protrombóticos, cardiopatía isquémica, mayor incidencia de aterosclerosis, fibrilación auricular, arritmias y ectopias ventriculares. El corazón de una persona con obesidad sufre una sobrecarga de trabajo y de aumento de presión. Dicha sobrecarga se produce porque en estos pacientes su corazón necesita mover más sangre a más volumen de tejido, de forma que, igual que cualquier otro músculo del cuerpo, aumenta en consecuencia su grosor en primer lugar y después su tamaño, lo que deriva a la larga en una insuficiencia cardiaca, o lo que es lo mismo en una falla de la capacidad del corazón de bombear la sangre de manera adecuada. El exceso de grasa acumulado en los órganos, relacionado con la obesidad central, es el tejido adiposo metabólicamente más activo que causa más resistencia a la insulina, hipertrigliceridemia y cambios en el tamaño de partículas de lipoproteínas de baja densidad (LDL) y bajas concentraciones de lipoproteínas de alta densidad (HDL). Los mecanismos por los que el exceso de grasa causa resistencia a la insulina involucran diferentes vías fisiopatológicas y están mediados por citocinas y mediadores inflamatorios.
El tratamiento de la obesidad mejora el estado del corazón
El objetivo principal del manejo de la obesidad se centra en la pérdida de peso y en mantenerla mediante la modificación de la dieta y el incremento de la actividad física. Junto con la pérdida de peso, otros efectos del tratamiento son la disminución de la circunferencia abdominal y de las presiones arteriales sistólica y diastólica. No existe una pauta alimentaria única para bajar de peso. El plan de alimentación se individualiza según el grado de obesidad, la presencia de otras enfermedades, la edad, el nivel de actividad física y las preferencias de cada persona.